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La novela de Anthony Horowitz nos presenta un doble relato: por un lado el relato "real", la ficción del escritor amparada en la narración de la protagonista, editora de libros y detective casual, y por otro, la redacción de una novela ficticia contenida en el relato principal (Sangre de urraca).
La narración de las dos novelas se distingue bien en cuanto a la forma, si bien la trama de ambas se entremezcla constantemente en un ir y venir de personajes que hubiera hecho necesario un dramatis personae al estilo de las viejas obras de Agatha Christie. El esfuerzo para el lector de localizar mentalmente a cada personaje resulta ímprobo. Cuánto se echa de menos esa lista de personajes que aparecía al principio de cada novela de A.C., nombres y aclaraciones del todo punto útiles para seguir el hilo de sus tramas. Además, en muchos momentos, las circunstancias, lugares, motivaciones y personajes guardan un paralelismo (no siempre nítido) en ambos relatos. Algunos nombres y apellidos, situaciones y trucos son un claro homenaje a la maestra del crimen. Pero esos paralelismos, aunque ilusionantes en principio para el lector, se diluyen pronto la mayoría de las veces arrastrados por el vértigo de la acción principal. Ese es quizá uno de los puntos débiles de este libro, aconsejable no obstante para los fans de A.C..
La protagonista, editora de libros, recibe el manuscrito de un famoso escritor que trabaja para su editorial. Ésta será la novena novela de una serie de libros de intriga que han cautivado al mundo entero, protagonizados por Atticus Pünd, famoso detective greco-alemán cuyo trabajo y acciones nos harán pensar rápidamente en Hercules Poirot. Lo acompaña un joven secretario que recuerda a otros subalternos famosos de la literatura policíaca: el doctor Watson, Biscúter, Flambeau… pero al contrario de éstos aporta bien poco a sus investigaciones. La protagonista de Un asesinato brillante lee con avidez el manuscrito hasta que la redacción de éste se interrumpe bruscamente, dejándola decepcionada porque Atticus se disponía en ese momento a explicar la resolución de los crímenes (hay que decir que esta novela "interna" responde a los cánones de las mejores novelas de intriga, y uno se queda con la sensación de estar leyendo verdaderamente a otro autor distinto que sintetiza muy bien lo mejor de las viejas tramas de A.C. e incluso de estar leyendo una de las novelas de la mismísima autora inglesa). Decepcionada y alarmada ante la interrupción de Sangre de Urraca, la protagonista se embarca en una aventura que la llevará a buscar las hojas que faltan y a desentrañar la misteriosa muerte de su autor, en un relato interesante, lleno de dudas y cavilaciones, y con breves incisos explicativos sobre la teoría de las novelas policíacas y sobre cómo el lector se enfrenta a ellas. Finalmente el lector comprobará que el culpable siempre es quien menos se espera, en un alarde deductivo de la protagonista, siempre reflexiva y valiente.
Lo peor: la interminable retahíla de personajes y las cavilaciones de la protagonista que, a lo largo de la novela se pierden en su mayor parte en el fragor de la trama.
Lo mejor: sin duda Sangre de Urraca, por su sabor añejo y entrañable, auténtico homenaje a la dama del crimen. La descripción de la trastienda de las editoriales y de los escritores, y las reflexiones sobre la teoría de las novelas detectivescas.
Aconsejable para: lectores empedernidos y fans de Agatha Christie.